NITRÓGENO. CONCENTRACIONES ADECUADAS EN SUELO Y HOJA
El nitrógeno proviene mayoritariamente de la fijación del mismo procedente de la atmosfera (78 % de la composición del aire de la tierra), ya que las rocas apenas contienen este elemento en su composición. Las formas en las que el nitrógeno llega al suelo de forma natural es a través de la lluvia, los microorganismos fijadores de nitrógeno y la materia orgánica en descomposición.
Por todo ello, podemos determinar que la mayoría del nitrógeno presente en el suelo (90-95%) está en forma orgánica, no directamente asimilable por las plantas, debe mineralizarse pasando a formas que las plantas puedan tomar (ion nitrato e ion amonio).
Todo ello forma parte del denominado “ciclo del nitrógeno” que son las transformaciones, entradas y salidas del nitrógeno en la naturaleza. Como entradas están la aportación del agua (riego y lluvia), la fijación de los microorganismos, la mineralización de la materia orgánica o el abonado realizado. Como salidas del sistema están la lixiviación, volatilización, inmovilización, etc.


Las funciones del nitrógeno en la planta son muy importantes, entre otras, forma parte de las proteínas (a través de los aminoácidos) y por lo tanto parte fundamental de muchas enzimas, también los ácidos nucleicos (bases nitrogenadas del ADN y ARN), fundamental en la síntesis y composición de la clorofila y en la creación de hormonas vegetales. Todo ello lo hace un elemento esencial para el crecimiento vegetativo de las plantas.
No obstante, para el adecuado desarrollo, la concentración de nitrógeno en los tejidos vegetales y en el suelo, debe de estar en unos valores determinados, ya que una concentración baja incide en el adecuado desarrollo de la planta. Además de ello, una concentración alta puede derivar en problemas originados en un excesivo crecimiento de los brotes, como el aumento de la susceptibilidad a los ataques de plagas y enfermedades o a las heladas.
Las concentraciones en suelo deben de estar entre 0,1 y el 0,4 % y la relación entre la materia orgánica y el nitrógeno presentes en el suelo ha de encontrarse en una horquilla entre 8 y 14.
En cuanto a la concentración en hoja la cantidad es diferente respecto a la especie vegetal analizada, así en el olivar ha de estar entre el 1,5-2% del peso seco de la hoja, en la vid entre 2 y 2,8%, en almendro desde 2,2 a 2,5% o en el pistachero entre 1,9 y 2,9%.
La manera de corregir deficiencias en este elemento es mediante la fertilización con abonos nitrogenados minerales u orgánicos (al suelo o vía foliar) o mediante la adición al suelo de materia orgánica fresca (estiércoles, restos vegetales del cultivo, etc) o ya humificada, la cual va añadiendo nitrógeno al suelo.
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