LA IMPORTANCIA DE LA CAPACIDAD DE INTERCAMBIO CATIÓNICO EN LOS SUELOS

CAPACIDAD DE INTERCAMBIO CATIÓNICO (C.I.C.)

CIC: PARÁMETRO CLAVE EN UN ANÁLISIS DE SUELO

Clave para la fertilidad y la productividad de los suelos, el análisis de la capacidad de intercambio catiónico (CIC) es una herramienta valiosa para los agrónomos y los agricultores en todo el mundo. La CIC es una medida de la capacidad del suelo para retener y liberar nutrientes esenciales para las plantas, como el calcio, magnesio, potasio y otros cationes. En este artículo, exploraremos la importancia de analizar la CIC en suelos y cómo puede ayudar a mejorar la calidad del suelo y aumentar la producción agrícola.

La CIC es un parámetro que se utiliza para medir la cantidad de iones cargados positivamente que un suelo puede retener. Es esencialmente una medida de la capacidad de intercambio de iones en el suelo, y se expresa en miliequivalentes por cada 100 gramos de suelo. La CIC es importante porque los nutrientes esenciales para las plantas, como el calcio, magnesio y potasio, se encuentran en forma iónica cargada positivamente, y se unen a los sitios de intercambio de iones del suelo.

La CIC también es importante porque los suelos tienen diferentes capacidades de retener nutrientes, lo que afecta directamente la fertilidad y la productividad del suelo. Los suelos con alta CIC pueden retener más nutrientes y son más productivos que los suelos con baja CIC. Por lo tanto, analizar la CIC es fundamental para determinar la calidad del suelo y, en última instancia, mejorar la producción agrícola.

Cómo se determina la C.I.C.

Existen varios métodos para medir la CIC de un suelo, incluyendo la titulación, la extracción con solución salina, y la determinación por cromatografía de intercambio iónico. El método de extracción con solución salina es uno de los más utilizados, y consiste en medir la cantidad de cationes que se extraen del suelo con una solución salina estándar. El resultado de la prueba se utiliza para calcular la CIC del suelo.

La CIC también es importante porque puede indicar la presencia de contaminantes en el suelo. Los suelos con baja CIC pueden ser más susceptibles a la contaminación por metales pesados, como el plomo, el mercurio y el cadmio. Por lo tanto, analizar la CIC es una forma importante de evaluar la calidad del suelo y su capacidad para retener nutrientes y evitar la contaminación.

Otra razón por la que es importante analizar la CIC es que puede ayudar a determinar el tipo de fertilizante que se debe utilizar en el suelo. Los fertilizantes que contienen nutrientes en forma iónica positiva, como el nitrato de amonio, pueden ser absorbidos por suelos con baja CIC, pero pueden ser menos eficaces en suelos con alta CIC. Por lo tanto, analizar la CIC del suelo puede ayudar a determinar el tipo de fertilizante que se debe utilizar para aumentar la fertilidad del suelo.

En resumen, la capacidad de intercambio catiónico es una medida fundamental para evaluar la calidad y la productividad de los suelos. Analizar la CIC puede ayudar a determinar la capacidad del suelo para retener nutrientes esenciales para las plantas, prevenir la contaminación, seleccionar los fertilizantes adecuados y aumentar la fertilidad del suelo. Por lo tanto, es importante que los agricultores y los agrónomos realicen análisis de la CIC para evaluar la calidad de los suelos y optimizar la producción agrícola.

Los suelos con alta CIC pueden retener más nutrientes y son más productivos que los suelos con baja CIC. Además, los suelos con alta CIC son menos susceptibles a la contaminación por metales pesados y otros contaminantes. Los suelos con baja CIC pueden requerir más cuidado y atención para mantener una fertilidad adecuada, lo que puede aumentar los costos de producción agrícola. Por lo tanto, analizar la CIC del suelo es importante para maximizar la productividad y minimizar los costos.

En conclusión, la capacidad de intercambio catiónico es una medida esencial para evaluar la calidad y la productividad de los suelos. La CIC es importante porque afecta directamente la capacidad del suelo para retener nutrientes y evitar la contaminación, así como la eficacia de los fertilizantes. Por lo tanto, es fundamental que los agricultores y los agrónomos realicen análisis de la CIC para evaluar la calidad del suelo y optimizar la producción agrícola. La CIC es una herramienta valiosa para mejorar la calidad del suelo y aumentar la producción agrícola.

ABONADO NITROGENADO DEL SUELO Y LAS PLANTAS

ABONADO NITROGENADO DEL SUELO Y LAS PLANTAS

Dentro de los factores que afectan a la producción, por supuesto en primer lugar se encontraría el agua, pero aparte de esta obviedad, el nitrógeno es el principal elemento para tener en cuenta a la hora de la fertilización ya que es un constituyente básico de las proteínas, ácidos nucleicos, clorofilas, etc.

El nitrógeno es fundamental para el alargamiento de troncos, brotes y para la producción de frutos y follaje.

Normalmente, la concentración de nitrógeno en los suelos no es suficiente para que las plantas se desarrollen para dar respuesta a una agricultura competitiva y de calidad, por lo que hay que llevar a cabo una fertilización nitrogenada que sea capaz de completar al nitrógeno presente en el suelo de forma natural.

TIPOS DE NITRÓGENO (Orgánico, Amoniacal, Nítrico y Ureico)

La forma mayoritaria de nitrógeno que existe en la naturaleza es la orgánica, suponiendo entre un 90 – 98 % del total.

Esta forma de nitrógeno no puede ser tomada por la planta, sino que tiene que sufrir una serie de procesos bioquímicos hasta transformarse en ion amonio (NH4+ – nitrógeno amoniacal) o en ion nitrato (NO3 o nitrógeno nítrico). Estas dos formas de nitrógeno se denominan formas minerales o inorgánicas y son las preferidas por las plantas, principalmente la de nitrato.

Un problema que surge con esas dos formas (ion amonio NH4+ y el nitrato NO3-) es que pueden perderse fácilmente. El nitrato debido a su alta solubilidad se puede lixiviar fácilmente (es arrastrado fácilmente por el agua); mientras que el amonio se puede fijar a las arcillas, impidiendo que la planta pueda absorberlo.

Existe un tipo de fertilizante ampliamente empleado debido a su bajo coste y su alta concentración de nitrógeno (nitrógeno ureico – 46 %). Se trata de la urea. Es un fertilizante de origen orgánico que se puede aplicar directamente en el suelo o a través de fertirrigación ya que es altamente soluble.

Hay que tener precaución con ella porque genera una alta concentración de amonio (reacción ácida) que puede llegar a acidificar el suelo y afectar a la absorción de cationes, especialmente al potasio (por lo que suele ir acompañada del mismo).
Otra anotación respecto a la urea es que, si durante su proceso de fabricación se sobrecaliente, puede producir un compuesto llamado biuret que es tóxico para la planta. Se considera que más de un 1% de biuret produce toxicidad (especialmente en cítricos).

urea

ESQUEMA DEL CICLO DEL NITRÓGENO EN LA NATURALEZA

EL NITRÓGENO EN LOS PRINCIPALES FERTILIZANTES NITROGENADOS

Sulfato amónico
Su composición es de un 21% de nitrógeno amoniacal y un 60% de trióxido de azufre. Su acción es acidificante. El granulado se puede emplear tanto de fondo como de cobertera, mientras que el cristalino, al ser muy soluble, se puede usar en fertirrigación.

Nitrato amónico
Con tiene un 34,5% de nitrógeno, a partes iguales entre nitrógeno nítrico y amoniacal. Es de reacción ácida y se suele emplear en fertirrigación.

nitrato-de-calcio

Nitrosulfato amónico
Está compuesto por un 26% de nitrógeno en dos de sus formas, amoniacal un 19,5 % y nítrica en un 6,5 %. Además, en su composición también hay azufre en un 37 %. Su pH es ácido, por lo que se recomienda en suelos básicos. Se suele emplear preferentemente en cobertera. Como tiene las dos formas, la nítrica se absorbe inmediatamente, mientras que queda un remanente a lo largo del tiempo en forma de nitrógeno amoniacal de absorción lenta.

Nitrato de calcio
Su composición es de un 15,5 % de nitrógeno, siendo un 14,4 % de nitrógeno nítrico y un 1,1 % de nitrógeno amoniacal. También contiene un 27% de calcio. Se recomienda su uso en suelo ácidos, ya que tiene un alto poder alcalino. Es muy soluble por lo que se suele emplear en fertirrigación. No es compatible con el sulfato amónico, fosfato monoamónico, sulfato potásico, nitrato amónico y el ácido fosfórico.

Nitrato amónico cálcico
También llamado Nitramon. Contiene un 27% de nitrógeno desglosado en un 13,5% nítrico y un 13,5% amoniacal. Además, contiene un 7,6% de calcio. Se emplea en suelos ácidos. Se aplica en cobertera y con una ligera lluvia o un pequeño riego le es suficiente para acercarse a la raíz.

Nitrato magnésico
Su composición cuenta con un 11% de nitrógeno nítrico y un 16% de magnesio. Es de reacción ácida.

Urea
Visto en el apartado anterior.

PARA TENER EN CUENTA

A pesar de todas las bondades que tiene el nitrógeno para nuestras plantas, se ha de tener algunas precauciones a la hora de su uso, ya que puede llegar a ser contraproducente:

  • Un exceso de nitrógeno debilita la estructura de la planta creando un desequilibrio entre las partes verdes y las partes leñosas, siendo la planta más sensible al ataque de plagas y enfermedades.
  • Respecto al punto de vista medioambiental, un exceso de lixiviación de los nitratos produce una contaminación de las aguas subterráneas, dando lugar incluso a la proliferación de algas, lo que puede conllevar la muerte de muchos organismos acuáticos (véase el Mar Menor en Murcia).
  • El uso de este tipo de fertilizantes puede llegar a provocar efecto invernadero ya que se desprende oxido nitroso (N2O), siendo este el principal gas emitido por el sector agropecuario.

COMO PODEMOS AYUDARTE

Por todo lo expuesto anteriormente, como punto de partida se han de conocer las necesidades de nitrógeno del cultivo para el potencial productivo de la parcela. Conociendo estas necesidades y sabiendo la cantidad de nitrógeno existente en el suelo, se puede diseñar un plan de abonado específico con las cantidades exactas a aportar, con el consiguiente ahorro de costes.

En Labiser somos especialistas en estos tipos de análisis y podemos planificar su fertilización. Si quieres saber más, pincha aquí.

REPILO DEL OLIVO

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EL REPILO EN EL OLIVAR

En España, el repilo es la enfermedad causada por el hongo más importante y más extendida que afecta al olivar, tanto de manera cualitativa (extensión de la enfermedad) como cuantitativa (pérdidas económicas).

La enfermedad ataca principalmente a las hojas, y con menor importancia a la aceituna provocando grandes defoliaciones precoces que afectan a la producción y debilitan a la planta. Los ataques al fruto son menos frecuentes y pueden afectar al pedúnculo, provocando la caída de la aceituna.

Loa síntomas de la enfermedad se revelan de forma muy característica. En el haz de la hoja, aparecen manchas circulares de color oscuro con o sin halo claro a su alrededor; la coloración suele derivar a negro con el tiempo. Las hojas afectadas se caen prematuramente (cuanto más antigua, la hoja cae antes). Si el ataque se produce en el peciolo, la hoja puede caer antes.

El hongo que produce la enfermedad puede sobrevivir en hojas caídas o en otras que permanecen en el árbol en periodos no favorables. Si las condiciones climáticas son favorables la dispersión puede producirse durante todo el año.

Para que la infección se produzca debe de haber una humedad relativa muy elevada (próxima a la saturación) o incluso agua libre y temperaturas óptimas de entre 20-22 ºC.

Hay un método para realizar diagnósticos eficaces en nuestro olivar, y consiste en la inmersión de hojas que no presentan síntomas visibles de la enfermedad en una solución al 5% de hidróxido sódico durante 20-25 minutos a temperatura ambiente. Al realizar muestreos de hojas sin síntomas podemos detectar la enfermedad en estadíos anteriores a la esporulación con el fin de realizar tratamientos de erradicación.

Podemos seguir una metodología para realizar un seguimiento con el método anterior y decidir si ha de realizarse un tratamiento. Consistiría en muestrear 200 hojas de distintas orientaciones de 5 olivos de la parcela al azar. En estas 200 hojas distinguiremos el repilo visible y el detectado con el método de la sosa, sumando los dos en el repilo total.

El tratamiento vendría determinado según la variedad de olivar y el % de hojas infectadas (nº total de hojas con repilo/nº de hojas muestreadas). La variedad de olivo determina lo susceptible que es ante la enfermedad. Variedades como la arbequina, el fratoio o en menor medida el picual o la hojiblanca son susceptibles. Combinando las dos premisas, podemos establecer un umbral de tratamiento en un 30-40% de hojas infectadas en variedades muy susceptibles o moderadamente susceptibles. En variedades poco susceptibles no merece la pena tratar.

El tratamiento se realiza con fungicidas cúpricos de contacto con función protectora, aunque últimamente se están usando fungicidas sistémicos de amplio espectro con función protectora y curativa.

Además de los tratamientos citados anteriormente, se puede reducir la incidencia de la enfermedad con tratamiento culturales como podas que aireen la copa evitando condensación en la hoja.

En cuanto al abonado, conviene evitar los excesos de nitrógeno.

Aquí os presentamos un vídeo de como se puede detectar el repilo en un estadio temprano.

Alarma Prays

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¿Estado de Alarma con el Prays?

Últimamente se vienen sucediendo noticias inquietantes sobre la incidencia de la polilla del olivo (Prays oleae) en Andalucía. Ante estos datos tan alarmantes, desde Labiser hemos querido informarnos de la veracidad de estos testimonios, con el fin de conocer la realidad y transmitirla a todos los lectores de nuestro blog.

En primer lugar, hay que señalar que en todo el territorio andaluz el ciclo anual de desarrollo del olivo no es homogéneo, es decir, en algunas zonas el fruto está cuajado (Huelva, Sevilla y Córdoba), en otras está en una fase anterior (caída de pétalos de la flor), e incluso en otras está en plena floración (Granada). Además, en cada uno de estas provincias puede haber olivares en fases diferentes de desarrollo ya que hablamos de fases dominantes (fenología dominante en términos técnicos).

Por ello, ya podríamos hablar de que dependiendo de la zona pueden estar actuando generaciones diferentes del Prays, por ejemplo, en los territorios que se encuentran en estados más atrasados como Granada está actuando la generación antófaga de la polilla, en cambio en el occidente andaluz está actuando ya la generación carpófaga.

En general hay niveles altos de individuos de las formas antófaga y carpófaga y se han capturado adultos (polillas) de manera muy desigual, desde 128 adultos/trampa y día en Sevilla, 54 en Córdoba y 45 en Huelva. Se han hecho muestreos de frutos cuajados para conocer la incidencia de la generación carpófaga y se han dado datos de media de 52% de aceitunas con Prays vivo, 53% en Huelva, 46% en Córdoba y 27% en Jaén como provincias más afectadas. Por último, el dato de huevos eclosionados respecto a vivos es de un 19% en Huelva, un 18% en Sevilla y un 9% en Córdoba.

Respecto al tratamiento, debe de tomarse una decisión teniendo en cuenta la incidencia en nuestra finca, por ejemplo, en el caso de más de un 20% de aceituna con Prays en Junio ya estaría justificado el tratamiento. Además, si las temperaturas son altas y no hay humedad la viabilidad de los huevos también estaría comprometida por lo que podríamos añadirlo al control que hacemos vía fitosanitario.

En resumen podríamos decir que la incidencia parece alta y que se debe de establecer en cada parcela el nivel de daños para establecer la necesidad del tratamiento y la intensidad del mismo.

¿Quieres saber como luchar contra el Prays?

QUE SON LOS ACIDOS HÚMICOS

EXTRACTO HUMICO - ÁCIDOS HÚMICOS Y ÁCIDOS FÚLVICOS

TABLA DE CONTENIDO

¿QUÉ SON LAS SUSTANCIAS HÚMICAS?

El humus se define como una sustancia que proviene de la descomposición de la materia orgánica, realizada a través de los microorganismos que se encuentran en el suelo. La materia orgánica de la cual proviene el humus está formada básicamente por restos vegetales (hojas, raíces, exudados de la rizosfera, etc.), excrementos y restos de animales y biomasa microbiana. De ellos cuantitativamente son más importantes los restos vegetales.

En realidad, no toda la materia orgánica se transforma en humus, una parte se mineraliza transformándose en elementos solubles o gaseosos (mineralización) y por otra a los compuestos húmicos, los cuales se degradan a una velocidad mucho más lenta.

La descomposición de la materia orgánica sigue las siguientes etapas:

1º Transformación química inicial. Se produce en los restos vegetales antes de caer al suelo. Por ejemplo, las hojas pueden ser atacadas por microorganismos, en el mismo árbol, y se producen transformaciones que rompen las moléculas (de polisacáridos complejos como el almidón a monosacáridos como la glucosa o de proteínas a aminoácidos), haciéndolas más simples.

2º Acumulación en el suelo y destrucción. Ya en el suelo los restos vegetales van reduciendo su tamaño por la acción de los animales. Además, los restos se van mezclando con la fracción mineral del suelo. Se dan transformaciones químicas débiles en esta etapa.

3º Alteración química. Los restos se van transformando perdiendo rápidamente su estructura celular, hay una gran pérdida de CO2 como consecuencia de la respiración microbiana, la cual incorpora el nitrógeno a sus estructuras.

Como se ha señalado anteriormente los restos orgánicos incorporados al suelo pueden transformarse en humus y sufrir una degradación muy lenta (pueden estar cientos de años en el suelo) o mineralizarse rápidamente que es el paso de la materia orgánica compleja a formas inorgánicas simples.

Pero qué factores influyen en la humificación. De un lado, podríamos inferir que el tipo de residuos influye en la descomposición que se realizaría. No es lo mismo degradar polisacáridos como el almidón o la celulosa que la lignina o los taninos, mucho más difíciles de alterar. Por otro lado, estarían las condiciones del medio, esto es, humedad, temperatura, aireación o pH del suelo. Las condiciones más adecuadas del medio serían una cierta aerobiosis con periodos cortos de anaerobiosis (exceso de humedad), temperaturas medias (las temperaturas altas aceleran la mineralización) y un pH cercano a la neutralidad.

Es decir, un suelo en la zona templada con condiciones de pH de 6,5 a 7,5 que no sea excesivamente seco podría ser el más apto para humificar mayor cantidad de materia orgánica de forma natural.

Dentro de las sustancias húmicas podríamos clasificarlas en grandes fracciones:

A continuación, señalamos las principales características de los tres grupos:

HUMINAS
AC. HÚMICOS
AC. FÚLVICOS

Algunas funciones de mejora que cumplen en los suelos y las plantas serían:

AC. HÚMICOS
Cohesionan los suelos arenosos y airean los muy pesados. Mejora las características texturales.
Aumenta la permeabilidad y la porosidad del suelo mejorando la infiltración

Gran capacidad de retención de cationes. Aumenta la capacidad de intercambio catiónico del suelo. Efecto quelante en muchos metales (Zn, Mn, Fe, Cu, etc.)

AC. FÚLVICOS

Actúa mejorando las propiedades biológicas del suelo.

Efecto estimulante sobre las plantas, por ejemplo, las raíces

Muy soluble y cómodo de aplicar.

¿QUIERES CONOCER LA RIQUEZA DE TU FERTILIZANTE?

NORMATIVA DE REFERENCIA

Actualmente se fabrican fertilizantes orgánicos que incluyen los ácidos húmicos y fúlvicos entre sus componentes. Estos fertilizantes han de adaptarse al RD 506/2013 sobre productos fertilizantes (y sus posteriores modificaciones) incluyéndose dentro del grupo de las enmiendas orgánicas o del grupo otros abonos y productos especiales. Todos los productos fertilizantes deben cumplir una serie de características, como por ejemplo un mínimo de riqueza en componentes, o la forma de obtención del fertilizante.

Se reproduce en este artículo el contenido mínimo en nutrientes y la forma de obtención de los fertilizantes que contienen en su denominación los ácidos húmicos:

Grupo 4. Otros abonos y productos especiales

Denominación del abono

Información sobre la forma de obtención y sus componentes esenciales

Contenido mínimo en nutrientes

Ácidos húmicos

Producto obtenido por tratamiento o procesado de lignito, leonardita, turba o alguna de las enmiendas orgánicas del grupo 6, que contiene fundamentalmente ácidos húmicos

Ácidos húmicos: 7%. Extracto húmico total (ácidos húmicos + ácidos fúlvicos):15%

Abono con ácidos húmicos

Abono CE* o abono del grupo 1**, al que se le han incorporado ácidos húmicos (abono anterior)

Ácidos húmicos: 3%. Extracto húmico total (ácidos húmicos + ácidos fúlvicos): 6%. Todos los requisitos exigidos para el abono al que se adicionan los ácidos húmicos.

* Abonos CE: abonos recogidos el Rgto 2003/2002 de 13 de octubre relativo a los abonos
** Grupo 1: abonos inorgánicos nacionales

Grupo 6. Enmiendas orgánicas

Denominación del abono

Información sobre la forma de obtención y sus componentes esenciales

Contenido mínimo en nutrientes

Enmienda orgánica húmica

Producto de origen animal o vegetal, o por tratamiento de leonardita, lignito o turba, con un contenido mínimo en materia orgánica parcialmente humificada

Materia orgánica total: 25%.
Extracto húmico total
(ácidos húmicos + ácidos fúlvicos): 5%.
Ácidos húmicos: 3%.
Humedad máxima: 40%

OBTENCIÓN DE LOS ÁCIDOS HÚMICOS

La materia prima de la que derivan la mayoría de los fertilizantes que contienen ácidos húmicos suele ser la leonardita (hay que señalar que no es la única), pero ¿qué es y de donde proviene?

En pocas palabras, la leonardita es una forma de ácidos húmicos asociada al lignito que no ha llegado a ser carbón, en realidad es un material intermedio entre la turba y el lignito muy rico en materia orgánica. Su origen son restos vegetales y se encuentran a una profundidad máxima de unos 10 metros. La formación de la leonardita se debe a la emergencia de grandes masas de materia orgánica condenadas a las condiciones de carbonificación estas, al elevarse, fueron afectadas por la humedad y oxidación cambiando la situación por la óptima para los procesos de humificación. En un principio los yacimientos principales se encontraban en el estado de Dakota del Norte en Estados Unidos, donde se descubrió por parte del primer director del servicio geológico del estado A.G. Leonard, el cual descubrió sus propiedades y prestó su nombre. En el mundo hay muchos yacimientos de leonardita con diferentes riquezas en materia orgánica y extracto húmico, las cuales dependen principalmente en el tipo de vegetación de la cual provienen. Incluso en España en la zona de Aragón hay minas donde se puede extraer leonardita.

Leonardita

Como hemos señalado anteriormente la leonardita suele ser la materia prima principal de la que derivan los fertilizantes con ácidos húmicos, esto es por la gran riqueza que en el extracto húmico (ácidos húmicos y fúlvicos) contiene.

La obtención de los ácidos húmicos se suele realizar mediante extracción en medio básico con una solución de hidróxido de potasio, mediante este proceso de activación química separamos el extracto húmico de otros componentes no útiles de la leonardita como las arcillas o la humina. esto aporta a la solución. El uso de hidróxido de potasio en lugar de otros “extractantes” aporta al resultado un nutriente como es el potasio, tan importante para la adecuada fertilización de los cultivos.

VENTAJAS DE LA APLICACIÓN DE ÁCIDOS HÚMICOS

Por último, vamos a señalar las características más importantes de los abonos que aportan gran cantidad de extracto húmico (ácidos húmicos+ácidos fúlvicos):

1º Mejora de las condiciones físicas del suelo. Aumenta la aireación del suelo y la retención de agua. En suelos sueltos ligeros (arenosos) aumenta la disposición de agua. En suelos pesados (arcillosos) mejora la aireación. Todo ello redunda en un mejor desarrollo de las plantas.

2º Mejora y aumento de la biodiversidad del suelo, aumentando las cantidades de microorganismos beneficiosos, los cuales afectan a la productividad y salud del cultivo.

3º Estimula el crecimiento de las raíces, lo cual afecta directamente en una menor necesidad de fertilizantes minerales, ya que las plantas pueden llegar a más volumen de suelo, extrayendo los elementos que necesita.

5º El aporte de sustancias quelatantes propias de la materia orgánica, hace que diversos micronutrientes básicos para el normal desarrollo de las plantas como el hierro, el zinc o el manganeso estén a disposición de los cultivos incluso con un pH que dificulte que estos elementos sean tomados por las plantas.

4º La mineralización de la materia orgánica al ritmo que lo hacen los extractos húmicos (1,5-2% al año) dotan al suelo de fertilidad constante, pero de manera pausada, lo que incide en que se produzcan menos pérdidas por lixiviación.

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Desde LABISER podemos ayudarte tanto a conocer la concentración de ácidos húmicos que tiene tu fertilizante así como otros muchos parámetros

Interpretación DRIS del Análisis Foliar

INTERPRETACIÓN DRIS DEL ANÁLISIS FOLIAR

INTRODUCCIÓN

La agricultura moderna está presionada por conseguir un aumento de los rendimientos en los cultivos, es decir, necesita producir más cantidad para abastecer las necesidades cada vez más profusas de alimentos a nivel mundial. Este incremento en la producción puede realizarse ampliando la superficie de cultivo, lo cual la mayoría de las veces no es posible (terrenos en suelos no adecuados, imposibilidad de llevar el regadío en zonas con climas semidesérticos, etc), o realizando un correcto abonado que conserve la fertilidad del suelo y aumente la productividad potencial del cultivo.

PRINCIPIOS DE LA FERTILIZACIÓN

Existen tres principios generales de la fertilización, los cuales deben de tenerse en cuenta en conjunto para determinar un abonado equilibrado, funcional, económico y como no, respetuoso con el medio ambiente y la conservación y fertilidad del suelo. Estos principios son:

Ley de los rendimientos decrecientes de Mistcherlich: “A medida que se aumentan las dosis de un elemento fertilizante disminuye el incremento de la cosecha que se obtiene por unidad de fertilizante suministrada, hasta llegar un momento en que los rendimientos no solo no aumentan, sino que disminuyen”. La explicación a este axioma es que la producción debe compensar el gasto en fertilizantes.

Ley del mínimo de Von Liebig. A mediados del siglo XIX se enunció de la siguiente manera: “El rendimiento de la cosecha está determinado por el elemento nutritivo que se encuentra en menor cantidad”. Además, no podemos compensar la ausencia de un nutriente con el exceso de otro. La nutrición de un cultivo ha de realizarse equilibradamente, y las concentraciones de estos influyen en su absorción por la planta.

Ley de la restitución. Básicamente nos dice que debemos conservar el suelo de la misma manera que se encontraba antes de cultivar. Es decir, las extracciones de nutrientes que realizan las plantas del suelo han de reponerse, aunque no solo eso, ya que si el suelo poseía algún tipo de deficiencia nutricional también se debe de reponer. No solo hemos de mantener la fertilidad del suelo sino aumentarla si tenía algún tipo de deficiencia.

Para realizar la fertilización de forma correcta y cumplir en lo posible las tres leyes anteriormente descritas debemos apoyarnos en herramientas que tenemos a nuestra disposición, entre ellas están los análisis de suelo, los análisis foliares y las determinaciones visuales de deficiencias nutritivas.

¿Necesitas un Análisis Foliar?

INTERPRETACIÓN DE LOS ANÁLISIS FOLIARES

La dificultad viene por establecer un método de interpretación de los resultados de las analíticas, que nos traslade la fertilización necesaria para el cultivo.

Las determinaciones visuales tan solo valen para establecer, por los síntomas que se observan en las plantas, deficiencias en su nutrición. Estas deficiencias son de tipo cualitativo, es decir, la experiencia del observador puede establecer unas pautas de fertilización según la gravedad de los síntomas.

En el caso de la analítica de suelo podemos conocer la cantidad de nutrientes asimilables por las plantas que hay, y con esos resultados (teniendo en cuenta, entre otras muchas, que variables como como el pH, la humedad del suelo, la temperatura en la zona de las raíces o la materia orgánica influyen en la disponibilidad de los nutrientes) estableceríamos las necesidades de fertilización de cada cultivo.

En el caso de las analíticas de material vegetal y foliares la determinación también es en cierto modo cualitativa, ya que, aunque se dan unos resultados mínimos y máximos para determinar la carencia o exceso de un nutriente, estos no se pueden “extrapolar” a una cantidad a aportar en un abonado.

Por ello, lo más adecuado si queremos conocer las necesidades en nutrición de un cultivo es integrar los tres métodos:

1º Realizar una analítica de suelo completa. Un técnico con el informe de laboratorio determina la fertilidad del suelo y conociendo las necesidades del cultivo establece una planificación del abonado en tiempo y cantidades.

2º Con el tiempo realizaríamos analíticas foliares que nos digan si la planta está tomando adecuadamente los nutrientes aportados en la fertilización. Hay métodos de diagnóstico como DRIS, CND o los rangos de normalidad, estos métodos están reglados para una gran cantidad de especies vegetales.

3º Con el tiempo, ir observando si hay signos en las plantas de ausencia de algún nutriente, actuando con una corrección de urgencia si se detecta visualmente.

De estos tres métodos que se han señalado anteriormente, nos vamos a centrar en los diagnósticos DRIS que son los más usuales, y de los que existen normas para una gran cantidad de cultivos.

METODOS DE DIAGNÓSTICO EN ANALÍTICAS FOLIARES. INTERPRETACIÓN DRIS

El análisis foliar o de material vegetal es utilizado ampliamente para establecer recomendaciones de fertilización y diagnosticar carencias nutritivas en las plantas.

No obstante, existen variaciones estacionales muy importantes en la concentración de los nutrientes en hoja, debido al propio metabolismo de la planta. Estas variaciones pueden resultar de hasta el 50% de un mes a otro en la concentración de algunos nutrientes. Por ello, las analíticas foliares encuentran algunas dificultades a la hora de obtener resultados válidos en todas las fases del cultivo, habría momentos en los que las concentraciones son estables y por lo tanto se pueden establecer valores mínimos y máximos de cada elemento (por ejemplo, el mes de Julio en el olivar por nuestras latitudes), y otros muchos que no.

EN QUÉ CONSITE EL DIAGNÓSTICO DRIS EN FOLIAR

El método de diagnóstico DRIS (Sistema integrado de diagnóstico y recomendación) fue desarrollado por Beaufils en el año 1973 inicialmente para el cultivo del caucho. Este método es una alternativa al sistema tradicional de proporcionar a los nutrientes de forma aislada unos valores de referencia en las analíticas, de tal manera que el diagnóstico consistía en recomendar la actuación en los nutrientes que estuvieran por debajo de los valores establecidos.

El método DRIS usa las relaciones entre nutrientes más adecuadas para establecer un diagnóstico nutricional del cultivo, además elimina el problema de la estabilidad en la concentración foliar de los nutrientes. Existen dos premisas sustanciales en el método:

1º Equilibrio entre nutrientes. Las normas DRIS señalan un equilibrio determinado entre los diferentes elementos en el material vegetal, el cual debe cumplirse para que se produzca la máxima producción.

2º Ley del mínimo. Otro de los pilares en los que se apoya es la ley de Von Liebig que dice: “El rendimiento de la cosecha está determinado por el elemento nutritivo que se encuentra en menor cantidad”.

Pero, ¿en qué consiste el método y cómo se llega a las normas DRIS? De forma somera se puede explicar que para un cultivo se comparan las analíticas foliares realizadas con los rendimientos obtenidos en las diferentes cosechas. En las analíticas que se corresponden a los rendimientos óptimos obtenemos unas relaciones entre nutrientes que se deben de cumplir para conseguir dicha producción, estas relaciones se denominan “normas DRIS”. Con estas normas se establecen índices DRIS que ordenan las normas, estos índices “puntúan” cada elemento con un número.

Los índices pueden tener valores mayores de 0 o menores de 0. Menores de cero indican que la concentración del elemento es deficiente y puede limitar la producción. Si es mayor de cero la concentración del elemento se considera en exceso. Cuanto mayor o menor sea el índice más se aleja del equilibrio.

El sumatorio en valor absoluto de los índices nos indica lo cerca o lejos del equilibrio está el cultivo. Cuanto más cerca esté del 0 más equilibrado está y por lo tanto su productividad será mayor. El elemento cuyo índice sea más negativo suele ser el factor limitante para que la producción del cultivo sea más elevada.

Se han publicado normas DRIS de una gran cantidad de cultivos, entre otros podemos citar el trigo, trébol blanco, cítricos, maíz, patata, caña de azúcar, vid, etc.

En el año 2002 se publicó un artículo llamado: “Informe Dris: Normas para el diagnóstico del análisis foliar del olivo, partiendo de la base de datos de Fertiberia”, cuyos autores fueron J.J. Lucena, S. Ruano, P. García-Serrano, I. Ginés e I. Mariscal. Se trató de una colaboración de la empresa Fertiberia con la Universidad Autónoma de Madrid a través de su Master de Fertilizantes y Medio Ambiente. En el artículo se desarrollaban las normas DRIS (también DOP y CND) para los olivares de las zonas de variedad picual de Jaén (casi toda la provincia), norte de granada y este de la provincia de Córdoba. Contando para ello con la extensa base de datos de analíticas foliares de la empresa Fertiberia.

analisis-foliar

Anejo al artículo hay una base de datos en formato Excel donde se pueden utilizar las normas introduciendo datos de analíticas foliares. Los resultados de los índices aparecen en DOP, DRIS y CND además de un diagnóstico convencional. Así se pueden comparar los resultados en todos estos métodos de diagnosis.

El enlace para acceder a dicho documento es http://oa.upm.es/1648/

EL INFORME DRIS DE LABISER

Desde Labiser, cuando supimos de este estudio nos pareció una oportunidad magnífica para ofrecer a nuestros clientes una nueva forma de diagnosis foliar que se alejara de la rigidez de los métodos tradicionales, además de que pudiéramos testear durante todo el año (excepto las épocas de estrés hídrico de la planta que coincide con el tiempo de diagnosis tradicional), pudiendo comprobar por ello la eficacia de los tratamientos de fertilización que se realizan.

Partiendo del trabajo realizado en el artículo, añadimos un gran número de analíticas foliares realizadas en nuestro laboratorio y mediante entrevistas a los agricultores para establecer las producciones de los años en los que realizaron las analíticas, se desarrollaron unas normas que difieren algo a las del artículo. Se van añadiendo todos los años nuevas analíticas con lo que vamos enriqueciendo y perfeccionando el método. En el informe de Labiser para facilitar la comprensión se han cambiado los índices positivos y negativos por resultado óptimo o limitante en cada uno de los nutrientes.

Aun así, queremos señalar que lo adecuado es complementar las analíticas foliares con ensayos del suelo (y de agua de riego en su caso) para tener una visión global de la nutrición de nuestro cultivo. La analítica de suelo nos aporta información sobre el sustrato que soporta a la planta, el cual es (o debe ser) su principal aporte de nutrientes por medio de las raíces, además puede influir en el crecimiento de la planta a través de sus características físicas o químicas como la textura, pH o la conductividad eléctrica.

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